En el año 1939, el día 3 de febrero haya en un montesito que queda en Pinar Del Río, nació un lindo galleguito de Emilia y Nicolás Hermida. Como nombre le pusieron Nicolas Blas Hermida Valdés, pero desde que el nació lo apodaron por Marrito.
Su infancia transcurrió como cualquier guajirito, entre rios, pajaritos, descalzo, harina y pan. Y como a cualquier niñito a el le encantaba pescar. Para después ir a almorzar un caldito de pescado, o peje como decían en el campo que vivían.
Entre abuelitos y tíos la familia creció más y nacieron sus hermanas Adelina, Chiqui y Caridad. Y a todas las adoraba.
Siguen pasando los años y ya es joven Nicolas se enamora de Isabel una linda guajirita que conoció en la casita y era la hija mayor de Edelmira y Nene.
Y fue aquel mayo del año 1962 cuando antes de dios, y con gozo se juntarían los dos. Sigue transcurriendo el tiempo y en mayo del 1965 nace la primera flor a la que llamaron Reyna Meury.
Un poco tiempo después se decidieron inmigrar dejando atrás la familia y a Cuba, que jamás van a olvidar.
Viajan de aquí para allá y llegan al fin un día a los Estados Unidos.
Ellos dan gracias a Dios por todo lo acontecido y comienzan otra vida. Incierta, rumbo desconocido.
Con las ansias de triunfar van venciendo los caminos y llegan un día a Orlando como cosa del destino. Y es aquí en Orlando donde ellos se establecen y comienzan a luchar por un futuro mejor y van abriendo caminos.
Marro entra a Walt Disney World y comienza a trabajar, donde con su esfuerzo diario el es condecorado y reconocido como un buen trabajador.
Y llega su segunda flor en octubre de 1977, Emily Melody.
Nicolas y Isabel con sus altas y sus bajas, hacen la mezcla perfecta. El pone su inteligencia y ella su dedicación.
Entre alegría y dolor, juegos, sonrisas y llantos van transcurriendo los años que son parte del amor.
También les llegan los nietos Nicolas y Victoria, pedazo de su corazón. Hijos de Reyna su hija mayor y su esposo Norman.
Como la caña y el azúcar o deleitar un café así son Marro y Isabel que hacen la mezcla perfecta, pues para Nicolas siempre ha sido dios en el cielo y Isabelita en la tierra.
Y valga la redundancia de aquel mayo precioso, cuando ante Dios y con gozo se juntaron los dos y ha sido su amor tan fuerte nacido del corazón que únicamente la muerte destruirá esta unión.
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